Por: Luis Sellan.
VAGOS Y
MAL ENTRETENIDOS
Durante la presidencia de Bernardino Rivadavia
(1826-1827), se impuso la ley que castigaba a vagos y mal entretenidos, así
eran llamados todos aquellos que anduvieran vagando por calles, participando de
fiestas en pulperías provocando disturbios y, fundamentalmente a quienes no
tuvieran un conchabo, es decir un trabajo y, por consiguiente, no tuvieran la
papeleta de ciudadano. Generalmente los destinatarios de la aplicación de esta
ley eran los gauchos, ya que su libertario estilo de vida no estaba acorde con
las exigencias del poder político y económico, que requería disciplinamiento
social y mano de obra para las estancias que empezaban a surgir a partir de la
ley de enfiteusis, que trajo como consecuencia la conformación de lo que
décadas después se llamaría oligarquía terrateniente. El destino del gaucho será
transformarse en peón rural o, será enviado a la frontera a pelear contra el
indio.
Hoy, el gobierno libertario-que nada que ver
tiene, con el libertarismo del gaucho o, de los anarquistas de fines del Siglo
XIX y principios del XX- ha desempolvado un viejo y fracasado proyecto de la
era de Macri, de la mano de su gendarme preferida, Patricia Bullrich. Se trata
de la instauración de lo que llaman: servicio cívico voluntario. Si bien, se lo
considera voluntario, no deja de rememorar lo que fuera en algún tiempo el
servicio militar obligatorio, ley derogada a partir del caso Carrasco (1994).
¿Cuál es el objetivo de este Servicio cívico voluntario?, según los considerandos que se comunicaron sería rescatar a los llamados ni-ni (jóvenes que ni trabajan ni estudian), otorgando enseñanza de oficios y de valores. Objetivos que en principio podrían ser considerados muy nobles, ¿pero que hace el gobierno actual por los jóvenes ni-ni?, teniendo en cuenta que tiene herramientas más cercanas y efectivas como la educación pública, la educación de adultos, la generación de trabajo genuino promoviendo las Pymes, créditos para microemprendimientos, ideas estas que parecen estar bastante ajenas al radar libertario. Es este gobierno, en boca del presidente y del “filosofo” Benegas Lynch que han catalogado como una aberración la obligatoriedad de la educación: “Los chicos, por ahí, son más útiles en el taller o en el campo que en la escuela”, señaló el hijo del padre del liberalismo argentino, pensamiento claramente clasista y abominable, que parece más cercano al conchabo rivadaviano que a una educación para un mundo del siglo XXI. Otra alucinación obsesiva que tienen los libertarios, con Milei a la cabeza, es lo que llaman “adoctrinamiento comunista” que se realizaría en las escuelas públicas y en las universidades.
Como contrapartida proponen que este
servicio cívico enseñe valores a los jóvenes. ¿Qué valores?, ¿Por qué, a los
jóvenes pobres y desocupados hay que enseñarles valores?, ¿No los tienen?,¿No
será una forma de adoctrinamiento, la enseñanza de esos valores? ¿serán los
valores del padrecito Rabasi, hijo de un genocida y que reivindica el
terrorismo de estado, el del oscurantista Nico Márquez, biógrafo del presidente,
o del cruzado de la batalla cultural Agustín Laje, o los discursos de odio y
discriminatorios del ejército de hoplitas del gordo Dan? Uno de los argumentos
fuertes para este proyecto es el de la lucha contra las adicciones, lo dice, el
mismo gobierno que ha desfinanciado el sistema de salud en general y el de
salud mental en particular, lo propone este gobierno que a partir de la ley
bases deja la puerta abierta al blanqueo de capitales, inclusive de dudoso
origen. Ya lo dijo el presidente, los evasores y fugadores son héroes. ¿Esos
son los valores que le enseñaremos a nuestros pibes y pibas?
Un proyecto antiguo, fuera de época, que
parece buscar el aplauso fácil de ciertos sectores de la sociedad que creen que
la pobreza hay que esconderla debajo de la alfombra, que sostienen que los
pobres- como ha dado a entender el presidente-son fracasados y envidiosos y,
claramente hay que ponerlos en caja, darles un conchabo, no importando la edad,
los riesgos, la explotación o quizás mejor, transformarlos en mano de obra para
la guardia pretoriana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario