Por Luis Sellan
Para
algunos, habrá sido el bombardeo de 1955 a Plaza de Mayo, para otros quizás la
noche de los bastones largos durante la dictadura del General cursillista Juan
Carlos Onganía, o las acciones de la Triple A durante el tercer peronismo, pero
indudablemente la masacre de Trelew, perpetrada el 22 de agosto de 1972, fue un
ensayo absoluto del terrorismo de estado y la antesala del infierno que se desataría
en la Argentina con la dictadura cívico militar de 1976.
A mediados de 1972 gobernaba el general
Alejandro Agustín Lanusse, último dictador de la llamada “Revolución argentina”. En el Penal de Rawson, ubicado en la
provincia de Chubut, estaban detenidos alrededor de doscientos reclusos,
miembros de las organizaciones armadas qué se pusieron de acuerdo para
organizar conjuntamente una fuga. El jefe del operativo era Roberto
Santucho (ERP), aunque
algunas declaraciones señalaron tiempo después que el plan de fuga había
empezado a pergeñarse antes de la llegada del líder del ERP, por Marcos Osatinsky
(FAR).
El 15 de agosto, a las 18:05, comenzó la fuga del penal, el
plan original era que se fugaran 110 detenidos en tres camiones. Los
guerrilleros tomaron la cárcel rápidamente, pero por errores de logística y
comunicación no fue posible el traslado masivo hacia el aeropuerto. Solo había
un automóvil que los esperaba, razón por la cual fue abordado por los seis
líderes apenas 25 minutos después de iniciada la fuga.
Los guerrilleros, llegan al aeropuerto vistiendo
uniforme militar, simulando ser un contingente del Ejército que debía realizar
la inspección del avión, con ese recurso tomaron la aeronave que operaba como
el vuelo 811 y llevaba un total de 96 personas entre pasajeros y tripulantes.
Una vez tomado el avión, el comando de apoyo pidió a los pilotos
quedarse en la pista. Allí abordaron los miembros del Comité de Fuga y
demoraron el despegue con la esperanza de que más evadidos pudieran llegar a
tiempo.
Los problemas logísticos no permitieron que el otro grupo de
guerrilleros llegaran al aeropuerto, estaban tan solo a cinco minutos. Los
miembros del Comité de Fuga decidieron despegar, sin saber que otros diecinueve
guerrilleros habían conseguido otros tres automóviles para fugarse. El avión
partió así rumbo Chile pidiendo asilo en el país vecino, gobernado por Salvador
Allende. El resto de los guerrilleros que quedaron en el penal fuertemente
armados, apagaron las luces y pusieron en marcha el plan programado para el
caso de que no pudieran fugarse: comunicarse con un juez, hacer pública
la situación y garantizar que la rendición no fuera seguida de una masacre.
Sin embargo, la masacre sucedió, mientras la dictadura
gestionaba la extradición de los evadidos en Chile, Trelew se transformó en una
región absolutamente ocupada, los guerrilleros se habían rendido y negociaban una
entrega con garantías. Entre la noche del 21 de agosto y la madrugada del otro
día 22, la armada que tenía el control del penal preparó el plan de simular una
fuga y provocar los fusilamientos. A las 3 de la mañana del 22 de agosto los 19 detenidos fueron sorpresivamente despertados y
sacados de sus celdas. Según testimonios de los tres únicos reclusos sobrevivientes
(1), mientras estaban formados y obligados a mirar hacia el piso fueron
ametrallados indefensos por una patrulla a cargo del capitán de corbeta Sosa y
del teniente Roberto Bravo, falleciendo la mayoría en el acto, y algunos
heridos fueron rematados con armas cortas en el piso. Al terminar los disparos,
los siete sobrevivientes fueron llevados a la enfermería, pero no se les prestó
ningún tipo de asistencia médica. Los únicos tres sobrevivientes fueron
trasladados al día siguiente a Puerto Belgrano, donde fueron intervenidos.
Mas allá de la versión oficial, que hablaba de
un intento de una nueva fuga, ya en aquellos días se empezaba a hablar que lo
que había sucedido detrás de los muros de Trelew fue una autentica masacre, un
plan de exterminio absolutamente programado, o al menos decidido por la
dictadura a partir de la fuga. Después de Trelew se agudizó la espiral de
violencia que ya existía en el país en el marco de la dictadura militar. Una
dictadura militar, que empezaba a vivir su propio ocaso, hecho que sucedería el
11 de marzo de 1973 con las elecciones que provocaron la breve llegada al poder
de Héctor J Cámpora y el posterior regreso definitivo de Perón. Pero esto ya es
otra historia.
La justicia tarda, pero llega
Cuarenta años después, el 15 de
octubre de 2012 el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia resolvió condenar a
prisión perpetua a Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Mirandino como autores
de 16 homicidios y tres tentativas. La sentencia se leyó en el centro cultural
«José Hernández» de Rawson, donde se desarrolló el juicio desde mayo del mismo
año, en una sala en la que había familiares y compañeros de los fusilados,
junto a veteranos militantes chubutenses de la solidaridad con los presos
políticos.El Tribunal absolvió a Rubén Paccagnini, para quien se habían pedido
dos años de prisión, y a Jorge Bautista, acusado de encubrir los crímenes.
También dispuso reiterar el pedido de extradición de Roberto Bravo, con
residencia en Estados Unidos, y declarar a los crímenes cometidos como de «lesa
humanidad». El fiscal federal de Rawson, Fernando Gelves, manifestó su
disconformidad con las dos absoluciones y dijo que las apelaría. Asimismo, se
dictaminó que los encontrados culpables permanecieran libres hasta que la
condena tenga sentencia firme.
El 19 de marzo de 2014 la Sala
III de la Cámara Nacional de Casación Penal ratificó las condenas a prisión
perpetua de Sosa, del Real y Marandino. Anuló, además, las absoluciones de
Paccagnini y a Bautista.
A través de una audiencia
abierta al público, los jueces Liliana Catucci, Alejandro Slokar y Mariano
Borinsky calificaron por unanimidad los fusilamientos como «delitos de lesa
humanidad». En el caso de Paccagnini, los camaristas ordenaron además que se le
prohíba salir del país. Tanto Paccagnini como Bautista están en libertad porque
la sentencia nunca estuvo firme.
En 2022, familiares de las
personas asesinadas en la Masacre de Trelew demandaron civilmente a Bravo en
los Estados Unidos, por su participación en los crímenes. Bravo era oficial de
logística de la Armada, razón por la cual era quien estaba a cargo de los
presos, y según el informe oficial de la Marina, fue quien ordenó abrir las
celdas para sacar a los presos, instantes antes de la masacre. Fue uno de los
militares que dispararon y mataron a los detenidos. Inmediatamente después de
los hechos, la dictadura lo envió a Estados Unidos, donde se radicó y vivió
desde entonces. La justicia argentina reclamó la extradición de Bravo en 2009,
por crímenes de lesa humanidad, pero en Estados Unidos el trámite ha demorado
más de una década. Debido a esa demora, familiares de la víctima iniciaron en
los Estados Unidos una demanda civil contra Bravo, que se inició el 27 de junio
de 2022.
El juicio civil tramitó mediante
un proceso oral, en el cual el 2 de julio de 2022, Bravo fue encontrado
culpable por un jurado de ciudadanos, siendo condenado a pagar una
indemnización de poco más de 24 millones de dólares estadounidenses a
familiares de las víctimas. la extradición de Bravo a la Argentina sin nuevas
dilaciones por parte de Estados Unidos.
ZARATEÑOS PRESENTES EN RAWSON EN 1972.
En el tramo inicial del Documental Fílmico "Gaviotas Blindadas" puede apreciarse a Guillermo en el minuto 1:11 a 1:15 descendiendo del avión que traía los presos liberados de Rawson a BUenos Aires en 1973. Años después, en mayo de 1977, Guillermo fue desaparecido y asesinado junto a su mujer Estela Susana Calí, dejando a dos hijas hasta el día de hoy que incansablemente buscan el paradero de los restos de sus padres y abuelos.
https://www.youtube.com/watch?v=6FbmofT_1kU
Los fusilados en Trelew
(1) La patria fusilada, Paco Urondo, Editorial Contrapunto
#LaFugaDeLaLibertad
#RawsonPresente
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