POR PROF. LUIS SELLÁN.
Comenzamos marzo y en nuestra memoria indefectiblemente vuelve el recuerdo del inicio de una de las horas más infaustas de nuestra historia, 49 años del inicio de la última dictadura cívico-militar. Con este recuerdo, resuena la imagen de Mirta Rivadeneyra de Monteiro fallecida hace un mes, la madre de Ricky que aún está desaparecido y ella no cesó en buscar y reclamar verdad y justicia. Este recuerdo, nos lleva a una vida segada, la de un joven que, terminando el colegio secundario, junto con otros chicos y chicas se animaban a pensar un mundo distinto, un país más justo.
Nuestra memoria, nos lleva
inexorablemente a aquél 24 de marzo de 1976 y, a años anteriores, donde en el
marco de una democracia débil y reaccionaria ya el terrorismo de estado había
empezado a realizar su ensayo macabro. En este contexto se hace imprescindible
volver a aquellas madres zarateñas, que con persistencia silenciosa pero
inquebrantable, mantuvieron viva la llama de la memoria.
Recuerdo mi despertar en la
militancia, a Juanita (*) con quién me encortaba en las primeras marchas, me
miraba y me decía con ternura: “Siempre somos los primeros”. Con el tiempo
aparecieron más voluntades, allí lo veo a Miguel López, con su “prepotencia”
militante, quién ya en democracia, en las luchas por la cooperativa o nuestras
marchas docentes se sumaba con su enorme bandera a darle marco a las luchas.
Fue una lucha no ruidosa, quizás con muchos miedos, pero constante y sin claudicaciones.
Imágenes arriba de Juana Sabatino de Rossi, junto a Hebe de Bonafini a mediados de la década de los ochenta. En la portada de la revista norteamericana Newsweek, en las movilizaciones frente al Palacio De Tribunales en el marco del Juicio a las Juntas Militares en 1985.
Fue un murmullo que nunca se
apagó, como aquellas misas en la Iglesia del bajo, que daba el padre Amador por
los desaparecidos y repartíamos a dos cuadras de la prefectura la revista del
MEDH (Movimiento ecuménico por los derechos humanos). Alguna vez, vino la madre
de plaza de mayo Adela Antokoletz a reunirse con familiares.
Para finalizar esta pequeña crónica del recuerdo volvemos a Mirta, a un mes de su partida. Su figura se vuelve aún más imprescindible. Su nombre, como el de cada una de las madres zarateñas debe seguir siendo pronunciado, como el de cada uno de los que dieron su testimonio de lucha. Porque recordar es un acto de justicia, y el olvido es la única derrota que no nos podemos permitir.
(*)
Soledad Sabatino de Rossi, más conocida como Juanita Rossi. En 1975, fueron
detenidos su hija y su yerno, pasando a ser presos políticos duramnte la
dictadura. En 1977, su esposo Roberto
fue secuestrado y aún se encuentra desaparecido.
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