Por Prof. Jorge Gabriel Cirio. (*)
El “Nuevo Orden Mundial” está lejos de vislumbrarse o de constituir un punto de equilibrio mas o menos estable. En él se muestran, tal vez con mayor crudeza que en toda la historia, la irracionalidad del capitalismo.
La
velocidad de las transformaciones se asienta sobre la incapacidad de los
sectores afectados y de las estructuras tradicionales de articular una
resistencia. Frente a las presiones del “Nuevo Orden Mundial” que suponen un
retroceso de la calidad de vida de las mayorías, los conflictos se tribalizan,
no llegan a expresarse políticamente y tienen escasa capacidad de ofrecer
proyectos alternativos. La desigualdad se intensifica no sólo en los países
pobres, sino en el interior de las naciones industrializadas.
El
“Nuevo Orden Mundial” ha puesto en jaque a los Estados Nacionales y cuestiona a
los grandes paradigmas de la modernidad. Declina una filosofía de la historia
ligada a lo político, mientras triunfa una esfera pública identificada
servilmente con las leyes del mercado. El Estado Nacional se ve erosionado
hacia afuera por las grandes transnacionales, por la presión del capital financiero,
por la formación de bloques internos al debilitarse el lazo social; perdiendo
así cohesión. La nacionalidad surge así en contradicción con el Estado. La
disolución de esta importante unidad (Estado / Nación) que dio origen al
discurso político moderno, supone la despolitización y resulta la condición
indispensable para la imposición del “Nuevo Orden Mundial”.
La
suerte de los estados nacionales no está aún definida frente a su repliegue,
crecen las demandas sociales dispersas, sin articulación política que exigen
una mayor intervención estatal frente a las fuerzas ciegas del mercado.
Hacia la Globalización: La edad de oro en marcha.
El período que sigue a la Segunda Guerra Mundial supone una reestructuración de la economía mundial. La crisis del 30’ había puesto de manifiesto la incompatibilidad de la economía en crecimiento desmesurado, donde la tecnología permitía alcanzar niveles elevados de producción, con un mercado de masas reducido. La falta de un claro liderazgo mundial capaz de imponer sus reglas, acentuó el alcance de la crisis y precipitó la Segunda Guerra Mundial. Ésta aceleró el proceso tecnológico; elevando a primer plano el papel de los Estados y creó una nueva estructura de poder mundial. El mundo tenía dos bloques: el “Occidental”, liderado por EEUU y el “Oriental”, referenciado en la URSS. La conferencia de Bretton Woods de 1944 fue la encargada de crear un orden económico mundial estable donde –por un lado- los estados tuvieran considerable libertad para seguir políticas nacionales y -por otro- asegurar a través del tipo de cambio fijo (1 Dólar igual a la 35ª octava parte de una Onza de oro) el funcionamiento normal de las transacciones. El FMI entonces fue creado para supervisar el funcionamiento del sistema monetario y a otorgar préstamos a los países que tuvieran dificultades en la balanza de pagos. El GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio Mundiales) surgió del compromiso de los países de liberalizar sus barreras comerciales a fin de facilitar el comercio internacional. El acuerdo de Bretton Woods como el denominado Plan Marshall de asistencia a los países devastados por la Segunda Guerra Mundial, marcaron el papel predominante que comenzó a jugar EEUU en el mundo de Postguerra.
El
contexto de la confrontación Este/Oeste
(URSS/EEUU) enmarcó desde sus inicios esta etapa expansiva del capitalismo. La
guerra fría tuvo importancia en la medida que EEUU adquiría el carácter de
contienda ideológica, proyectando a primer plano su papel militar.
La
expansión del aparato industrial no hubiera sido posible sin una gigantesca
extensión del consumo masivo. El pleno empleo logró generalizarse en los 60’.
El Estado de Bienestar supuso el congelamiento de los conflictos sociales. Las
inversiones en seguridad social y educación lograron la democratización del
mercado.
La Crisis del Dólar.
Uno
de los síntomas de la crisis era el
crecimiento de la inflación mundial. El sistema de Bretton Woods
comenzaba a mostrar falencias. Para afianzar su posición global, EEUU debía
tener divisas. Pero EEUU pasaba de ser una nación acreedora a ser una nación
deudora (los capitales y europeos jugaban un papel decisivo). El crecimiento de
las tenencias extranjeras en dólares hacían posible cumplir con las premisas de
Bretton Woods: Esos dólares no eran reembolsables ni convertibles en oro a la
paridad establecida en el tratado. Todo el sistema se hubiera desmoronado sino
hubiera existido un aumento tácito de los acreedores, presionados por EEUU para
no cambiar sus dólares por oro.
La
excesiva emisión monetaria se expandió por el mundo actuando sobre los niveles
de precios. Y en un mundo dominado por los Estados de Bienestar donde el
sindicalismo era un importante actor político, el aumento de los precios
impulsaba los aumentos salariales y precipitaba los conflictos. La crisis del
dólar fue evidente en 1971 cuando R. Nixon –entonces presidente norteamericano-
suspendió la convertibilidad de la
moneda y con esto se derrumbó uno de los pilares de Bretton Woods: el dólar
quedaba desligado de su relación con el oro.
En
1973 en el contexto de la crisis del petróleo, el sistema B. W. llegó a su
término: se tomó la decisión de dejar que flotaran los tipos de cambio. Dicho
sistema quedó abolido concretamente en la Conferencia de Jamaica en 1976.
El Petróleo: Un Arma Política Poderosa.
La
crisis del dólar se aunó a la crisis del petróleo. El proceso que lleva a la
formación de la OPEP (Organización de Países Productores de Petróleo) está relacionado
con la reacción nacionalista del mundo árabe frente a los intereses del capital
extranjero que lo había dividido y sojuzgado.
En
octubre de 1973, Egipto llama a los países árabes a unirse para enfrentar la
ofensiva norteamericana que acababa de apoyar abiertamente al estado de Israel.
El petróleo pasó a convertirse en un arma política, en ese mismo mes los países
árabes y no árabes de la OPEP reunidos en Kuwait, decidían fijar nuevos precios
para el petróleo. Aumentaban 70% la renta fiscal petrolera. EEUU salió
beneficiado porque pudo transferir el peso de la crisis sobre sus competidores,
Europa y Japón, mucho mas dependientes de las importaciones de petróleo. Las
compañías norteamericanas ligadas al petróleo también se vieron favorecidas por
el alza de los precios. Otro efecto de la crisis fue la inversión de los
excedentes. Los países exportadores de petróleo, sobre todos los pequeños
países árabes no utilizaron sus excedentes para financiar planes de desarrollo.
Así, esos “Petrodólares” derivados de los beneficios de la renta petrolera
pasaron a los centros capitalistas a través del aumento de las importaciones y
de las inversiones. EEUU jugará un papel decisivo como receptor de esos
capitales que le permitirán equilibrar su balanza de pagos. Los “Petrodólares”
aumentan la disponibilidad de los bancos para el préstamo y se incrementa el
endeudamiento de gran parte del mundo.
Los “Ochenta”: la primavera neoliberal.
La
política de Reagan implica un giro ideológico decisivo: el causante de los
males del imperio era el Estado de Bienestar y la inflación. El retorno al “Laissez
Faire” marcaría el comienzo de otra época de gloria. En Inglaterra, Margaret
Tatcher hacia las mismas promesas.
La
política monetaria de Reagan buscó recuperar la confianza en el dólar,
limitando la emisión. Para atraer capital y enfrentar el déficit
presupuestario, las tasas de interés se elevaron sustancialmente. El resultado
fue una violenta transferencia de capital hacia EEUU. Para aprovechar los
beneficios financieros y una fuerte apreciación del dólar. Éste crecimiento de
las tasas de interés que arrastró a los demás países tuvo un doble efecto. Por
un lado, aceleró la decadencia económica de EEUU al afectar sus exportaciones.
Por el otro, el endeudamiento, asumido con generosidad durante la pasada década
del Setenta, se convirtió en una pesada carga sobre los países menos
desarrollados. Las condiciones impuestas por los países ricos –el grupo de “los
siete” que apareció como árbitro a partir de los años de crisis- determinaron
el destino de los deudores y establecieron nuevos y específicos lazos de
dependencia. Instituciones como el FMI y el Banco Mundial, pilares en los
comienzos de la edad de oro de la política keynesiana, se transformaran en los
principales adalides del libre mercado y la privatización sistemática en los
países deudores.
El derrumbe del socialismo soviético.
Al finalizar los años Sesenta, el atraso tecnológico del bloque soviético resultaba evidente. El auge petrolero le brindó una postrera bonanza y alentó la política de Brezhnev de embarcarse en una nueva Guerra Fría. El mero hecho de que el consumo petrolífero cayera en la Europa Occidental (en el período 1973/1985) en un 40% como respuesta al aumento de precios, pero que en la Unión Soviética y Europa Oriental sólo lo hiciera en un 20% habla por sí mismo como fenómeno producido.
Que
los costos de producción soviéticos aumentaran considerablemente mientras los
pozos de petróleo rumanos se secaban, hace el fracaso en el ahorro de energía
aún mas notable. La confrontación con el
mundo occidental, sobre todo en Afganistán, aceleró el deterioro soviético. En
1985, Gorbachov inició la transformación del socialismo soviético sobre la base
de la Perestroika o reestructuración económica y política y la Glasnot o
libertad de información. La desintegración económica alentó la desintegración
política. Al desaparecer la economía de planificación centralizada, la
descomposición nacional se hizo inevitable. 1989 fue el año clave, el colapso
del “socialismo real” sucede en un momento
de resurgimiento de las posiciones neoliberales en el campo occidental.
Los 90’ plantean un mundo complejo donde las tendencias globalizantes se
enfrentan con la fragmentación.
CONTINUARÁ...
(*) Este texto-ensayo fue producido por el Prof. Jorge Cirio a fines del Siglo XX en base a diversas lecturas y recortes analizados. A fin de poder analizar la situación geopolítica mundial. Meditando en factores como la caída de la entonces Unión Soviética, la consolidación del consenso de Washington y la imposición de un programa neoliberal a escala mundial por parte de los países que promovían un modelo de concentración del Capital por sobre los sectores del trabajo y los estados nacionales.
Decidimos desde EL CIUDADANO, publicar aquí la primer parte de este texto de Jorge atento la vigencia y magnitud del mismo para estos tiempos y territorios actuales y próximos. Agradeciéndole cálidamente su aporte, su textualidad y por supuesto su mirada del mundo y la sociedad.
Jorge Cirio es Profesor de Historia de nuestra Ciudad. Recibido del Instituto N° 15 de Campana. Docente en diversos establecimientos y niveles educativos de la localidad y la región. Autor de diversos trabajos en el ámbito de las Ciencias Sociales, la Historiografía y la Investigación. También fue presidente del Consejo Escolar de Zárate entre los años 2007 y 2011.
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