NUEVO ORDEN MUNDIAL.
Por Prof. Jorge Gabriel Cirio. (*)
¿Orden o Desorden?
Si la guerra fría fue mantenida sobre la base
del terror al holocausto nuclear (el nuevo orden o desorden mundial se
fundamenta en el ineluctable triunfo del liberalismo o neoliberalismo
contemporáneo. Este orden se construye sobre la base de la caída del marxismo
como sociología científica pero también de la fracasada experiencia política
rusa, EEUU resulta ser el paradigma de la democracia partidocrática. Las
características de este orden son
a) La lógica capitalista implica el
flujo de grandes masas financieras internacionalizadas y altamente concentradas
y requiere normas que garanticen la aceleración del proceso de transferencia de
capitales,
b) está asociado a la desaparición
del Estado Nacional,
c) el objetivo de la formación de un
estado mundial se erige sobre la construcción de un mercado unificado. La
unidad es primordialmente económica y la política se constituye como función de
la economía. Desde este punto de vista se puede entender la hegemonía del
discurso económico que hoy se considera como el que describe el funcionamiento
de la sociedad (bajo el) paradigma de lo científico, mientras que lo político
aparece desacreditado y es materia opinable en tanto carece de rigor.
d) La globalización prioriza la
reforma de los estados para adaptarlos a una economía monetarista donde se acentúa
el ajuste fiscal y el cierre de cuentas, el repliegue del Estado y la
devaluación de la iniciativa económica al sector privado en un proceso de
desestatización, donde el estado sólo le cabe el papel de conservar el orden
social para que se pueda cumplir el proceso económico.
e) La imposición de un paradigma
tecnocientífico que uniforme la producción y consumo de bienes y servicios en
un mercado mundial unificado.
El proceso de globalización implica
simultáneamente la fragmentación para amplios sectores sociales. Los países no
ingresan al primer mundo en tanto unidades geopolíticas, sino que son las
clases sociales las que se pueden incorporar al circuito de producción y
consumo. Y por lo tanto pueden darse paradojas como que un país sea un líder desde
la perspectiva del crecimiento del producto bruto interno y sin embargo tenga
60 millones de pobres absolutos como Brasil.
Modernización y Cambio Tecnológico.
El proceso de globalización incorporó un nuevo
modelo productivo: el “toyotismo” que tiene su origen precisamente en Japón.
Como no se podía poner en marcha una economía de stock (imposible en verdad
acumular bienes en un lugar donde el metro cuadrado tiene un valor alto) se
organizó lo que se denomina la producción “Just In Time”. El toyotismo requiere
una enorme rapidez en la capacidad productiva y por ello se basa en la
robotización e informatización del proceso industrial. Esta nueva revolución industrial
sólo pudo orquestarse gracias a la potencia de los modernos equipos de
telecomunicaciones y la proliferación de satélites que se constituyeron en
soportes materiales de la conversión de la aldea global. Fue este paradigma
tecno-industrial el que proyectó a Japón al primer plano en la década del 80’,
gracias a las estrategias adoptadas a partir de la Segunda Guerra Mundial
centradas en el ahorro y el desaliento del consumo interno para obtener y
consolidar la inversión y el liderazgo en industrias de alta tecnología. Se
planteó un programa de investigación y desarrollo tecnológico donde el Estado
fue el principal socio en una economía fuerte cerrada que permitió la expansión
de la capacidad de innovación científico-tecnológica orientada a la elevación
de los niveles de productividad. En el caso japonés, se ha concertado una
amplia relación entre un sector laboral de alta calificación y un sector
empresarial de gran iniciativa, muy conectado con una tecnocracia estatal. En
definitiva, la combinación de una fuerte competitividad entre el capital
privado, amparado en un Estado que alienta el juego de las fuerzas internas del
mercado, pero activamente proteccionista en el ámbito externo.
Las ventajas comparativas.
El movimiento propio del capital tiende a su
transnacionalización y concentración. La formación del mercado global es la
consecuencia directa de este proceso. Las ventajas comparativas están
relacionadas con la especialización propia de cada país; aquello que es capaz
de producir comparativamente mejor. Dada la uniformidad de las exigencias de la
economía globalizada, en cuanto a
productividad, plan de ajuste, flexibilización de la mano de obra y la
fundamental reforma del Estado, se produce en los países que menos logran constituirse
de acuerdo a este modelo en crecimiento de lo que se denomina economía
informal. Las reformas del Estado que se preconizan las exigencias de los
planes de ajuste están vinculadas a disminuir la economía informal ligada a
aquellos sectores que no tributan o cuyas actividades escapan a la regulación
de las estrategias relacionadas con los grandes capitales internacionales para
los teóricos de la competitividad el enriquecimiento de un país es la condición
necesaria y suficiente para mejorar la calidad de vida de los habitantes. Desde
esta perspectiva, no es de interés el problema del crecimiento de los sectores
sumergidos, excepto en relación con los problemas de inseguridad social o de
delincuencia.
Entre el capital financiero y el capital productivo.
El endeudamiento y la necesidad de atraer a esa
masa monetaria volátil condicionará la política económica de los Estados
Nacionales erosionando su soberanía. Este capital especulativo buscará cada vez
mayor libertad de movimientos, lejos de las restricciones financieras que les
imponían los grandes Estados. Así surgían los denominados paraísos fiscales. La
autonomización del capital financiero es una de las características de la
actual etapa y su crecimiento no guarda relación con el de la economía real.
Expresa también el incremento de las actividades terciarias por sobre las
actividades secundarias. El auge de las actividades financieras, sostenido y
afianzado por las innovaciones tecnológicas y la revolución en las
comunicaciones, ha consolidado toda una cultura del dinero, que delimitó las
características de un nuevo grupo social transnacional, un modelo de triunfador
individualista y consumista. El dinero plástico reemplazó a las monedas
locales, creando lazos de pertenencia transnacionales que reunieron a los
consumidores del mismo rango. Los organismos financieros internacionales
respaldados por los países capitalistas mas importantes (el denominado “Grupo
de los 7”) adquirieron cada vez mas autoridad sobre los deudores. De este modo
condicionaron el otorgamiento de nuevos préstamos a la adopción de políticas
económicas neoliberales que supusieron cambios estructurales profundos en los
países deudores.
La crisis del Estado de Bienestar y de la
Sociedad de Masas.
El Estado abandonó la planificación, implementó
una fuerte estructura para el cobro de impuestos, dejando de lado toda función
social y en su lugar creó un “cordón de seguridad”. Si bien ésta es la
tendencia que reflejan los intereses del capital internacionalizado, esta
transformación del Estado se presentó con mayor intensidad según las fuerzas
intervinientes en los conflictos. Las organizaciones no gubernamentales que
trabajan en relación al Estado se ocupan de intereses puntuales, respuestas
fragmentarias que no cubren los espacios abandonados por el Estado en Salud,
Educación, Vivienda y Trabajo; y tampoco cubren el rol de los desacreditados
partidos políticos ya que se aglutinan por objetivos estrechos. Esta crisis es
clave para entender la democracia actual basada en la despolitización del
ciudadano cuya ausencia de participación sólo se suspende en el momento del
voto. No hay interacción entre los representantes y la sociedad.
La Aldea Global.
La Aldea Global implica una cultura homogénea, sistemática, en la
cual sería posible la “utopía comunicacional”: todos comunicados con todos en
un proceso de desterritorialización y simultaneidad de las comunicaciones. La
imagen de la aldea homogénea se corresponde a la de un “gobierno planetario” que
excluiría todas las diferencias culturales que no reconozcan la hegemonía de
ese orden. Así los medios constituirían la posibilidad de una representación
ciudadana alternativa a las formas clásicas. Pero la circulación de información
y la ampliación de la cantidad de receptores no garantiza la
democratización de la sociedad. A la “economía
mundo” le corresponde un espacio de comunicaciones unificado. Lo colectivo que
se aglutinaba frente a un enemigo común deja paso a una adhesión al “Primer
Mundo” transnacionalizado de las ideas y diluye las identidades nacionales.
El fin de la Sociedad del Pleno Empleo.
Los recortes de los sistemas de seguridad
social marcan otras formas de avance de una sociedad de exclusión. Un sistema
que se niega a integrar a las mayorías. Recrudece así la característica de la
actual etapa, que es el desempleo estructural que expresa la imposibilidad de
amplios sectores de integrarse a las unidades productivas o a los servicios por
carecer de los requerimientos necesarios (niveles de instrucción y capacitación
recientes) que se les exigen. El repliegue de la acción social de los Estados
sostenido sobre la desarticulación de las comunidades y la generalización del
discursos sobre la eficiencia alientan esta tendencia y aceleran la marginación
de amplias mayorías condenadas al trabajo precario, informal o al hambre. Por
otro lado, el desempleo estructural pone de manifiesto la reducción de puestos
laborales que ha tenido lugar en los tres sectores tradicionales de la
economía, donde sólo ha crecido el sector ligado al conocimiento. La
tecnología, fruto de la labor humana, se yergue amenazante, contra su creador.
Los Actores Sociales en el Nuevo Orden.
Sindicatos y organizaciones empresariales: en
el marco de la amenaza del desempleo, se inscribe la flexibilización laboral propuesta
por el Estado. La misma se plantea con una débil resistencia tanto de los
representantes políticos y sindicales como de la sociedad en su conjunto. Las
razones que se esgrimen se presentan como el único camino posible para superar
la crisis: la necesidad de atraer capitales para aumentar la producción y
ampliar –a través de la reducción de costos- el mercado de trabajo. Así, el
desmantelamiento del Estado como árbitro en las relaciones entre el Capital y
el Trabajo resulta la necesaria consecuencia de las presiones de los centros de
poder. La globalización implica una sociedad de trabajadores sin trabajo.
Además, para mantener ese mercado, aún reducido, es necesario que haya un
sector social en creciente ascenso cuyas necesidades básicas insatisfechas
reflejan la crisis del Estado Benefactor.
El Fin de la Historia.
El Fin de la Historia alude precisamente al
término de todas las discusiones (fracasado el marxismo) y por lo tanto de
todos los conflictos bélicos. Los países se dividirían en aquellos que han
alcanzado ya una economía de mercado y un sistema político de democracia
partidocrática y los otros que aún no arribaron a alguna de estas instancias.
Los paradigmas a alcanzar serían Japón desde lo económico y EEUU desde lo
político. Los únicos enemigos posibles del Nuevo Orden Mundial, derrotado el
comunismo, serían los nacionalismos y fundamentalismos.
Dado que las ideologías son prácticas de
integración social, su final implicaría también una sociedad desintegrada,
sometida a la pura tecnocracia de un economicismo que avanza sobre lo político.
Es una pretensión tecnocrática la de querer liquidar lo ideológico, que no
encubre mas que la necesidad de imponer una única ideología. El monetarismo se
propone como el único remedio frente a los excesos propios del Estado de
Bienestar. Pretende resolver la inflación y tiene por objetivo el equilibrio de
las cuentas fiscales. Para esto debe reducir un Estado hiperdimensionado,
abandonar su rol empleador y productor y dinamizar la actividad económica
dejando a las puras fuerzas del mercado en su condición de liderazgo. El
monetarismo reviste un fuerte carácter ideológico ya que se considera también
como la condición necesaria para el desarrollo de la libertad política.
(*) Este texto-ensayo (en su segunda parte) fue producido por el Prof. Jorge Cirio a fines del Siglo XX en base a diversas lecturas y recortes analizados. A fin de poder analizar la situación geopolítica mundial. Meditando en factores como la caída de la entonces Unión Soviética, la consolidación del consenso de Washington y la imposición de un programa neoliberal a escala mundial por parte de los países que promovían un modelo de concentración del Capital por sobre los sectores del trabajo y los estados nacionales.
Decidimos desde EL CIUDADANO, publicar aquí la Segunda Parte de este texto de Jorge por la vigencia del mismo en estos tiempos actuales y territorios en proximidad. Agradeciéndo cálidamente su aporte, su textualidad y su mirada del mundo.
Jorge Cirio es Profesor de Historia de nuestra Ciudad. Recibido del Instituto N° 15 de Campana. Docente en diversos establecimientos y niveles educativos de la localidad y la región.
Es autor de diversos trabajos en el ámbito de las Ciencias Sociales, la Historiografía y la Investigación. También fue presidente del Consejo Escolar de Zárate entre los años 2007 y 2011.